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Demon Slayer Infinity Castle, la trilogía cinematográfica del manga, ha generado una enorme curiosidad.
Los fans esperan ansiosos el épico desenlace de la historia. Y es que el viaje de Tanjiro para derrotar a Muzan está a punto de llegar a su fin, y las apuestas nunca han sido tan altas.
Los que ya han visto la película confirman que las batallas, las emociones y la tensión son de otro mundo.
El arco del Castillo Infinito (en español) marca el comienzo del final de la historia de Demon Slayer.
Después de una serie de eventos dramáticos y la trágica muerte de Kagaya Ubuyashiki, el Cuerpo de Cazadores de Demonios se encuentra en una carrera contrarreloj. Sin un líder y con la inminente amenaza de Muzan, la única esperanza es el audaz plan de la doctora Tamayo para mantenerlo a raya.
La película nos sumerge de lleno en un campo de batalla caótico y en constante cambio. Este es el arco más largo y ambicioso del manga, y abarca más de 40 capítulos.
Los personajes se enfrentan a sus oponentes más poderosos dentro de un laberinto en constante movimiento, donde incluso los más fuertes pueden ser separados de sus compañeros en un instante.
Cada momento es crucial y, la verdad, no todos los personajes sobrevivirán a sus encuentros. Tanto cazadores como demonios, las batallas finales de Demon Slayer traen consigo pérdidas devastadoras que alteran drásticamente el curso de la historia.
Con el inicio de la historia, los Doce Kizuki se ven obligados a luchar con todo lo que tienen. La primera entrega de esta trilogía nos presenta tres batallas principales: la de Shinobu contra Doma, la de Tanjiro y Giyu contra Akaza, y la de Zenitsu contra Kaigaku. En estas confrontaciones, dos de las Lunas Superiores caen, cambiando el equilibrio de poder.
La primera batalla tiene un sabor muy personal. Kaigaku, un antiguo Cazador de Demonios y el nuevo miembro de la Luna Superior Seis, se enfrenta a Zenitsu.
Su duelo está lleno de traición, pues Kaigaku fue en su momento el discípulo principal del mismo maestro que Zenitsu. La confrontación termina con la decapitación de Kaigaku, un golpe mortal asestado por la nueva Séptima Forma de Zenitsu.
La siguiente muerte notable en Demon Slayer Infinity Castle es la de Akaza, la Luna Superior Tres, tristemente conocido por matar al Hashira de la Llama, Kyojuro Rengoku.
La pelea de Akaza contra Tanjiro y Giyu Tomioka es un despliegue de resistencia y poder. Akaza lucha con una fuerza de voluntad increíble, incluso después de ser decapitado.
Es solamente al confrontar sus recuerdos humanos perdidos hace mucho tiempo que su culpa y dolor lo obligan a detenerse. Su muerte es una de las más inquietantes y desgarradoras de toda la historia, pues en lugar de caer ante la espada de un Cazador de Demonios, él mismo elige terminar con su vida para reunirse con sus seres queridos.
Una de las pérdidas más impactantes que el Cuerpo de Cazadores de Demonios sufre en el Castillo Infinito es la de Shinobu Kocho.
La Hashira del Insecto se distingue de sus compañeros, ya que es más pequeña y físicamente más débil. De hecho, no posee la fuerza necesaria para decapitar a un demonio. Sin embargo, su brillantez la convierte en una oponente formidable.
Shinobu recubre la punta de su katana con veneno de glicina para debilitar a demonios poderosos.
Su camino en esta película la lleva a enfrentarse a Doma, la Luna Superior Dos, cuya fachada educada esconde un historial de innumerables atrocidades. Su pelea es intensa y brutal, y aunque Shinobu desata todas sus técnicas de Respiración del Insecto, Doma es capaz de adaptar su cuerpo para resistir su veneno.
Esta batalla, al igual que la de Zenitsu, es muy personal. Shinobu se enfrenta a Doma no solo como un enemigo, sino como el que asesinó a su hermana, Kanae.
La muerte de Kanae dejó una herida profunda que Shinobu siempre llevó detrás de su sonrisa forzada, y ahora tenía la oportunidad de atacar la raíz de su dolor e ira.
Pero a pesar de su determinación, los esfuerzos de Shinobu parecen inútiles, pues Doma la absorbe, matando a una de las guerreras más valiosas e inventivas del Cuerpo de Cazadores de Demonios.
Su muerte es tan impactante como brutal, y tiene lugar justo cuando su hermana adoptiva, Kanao Tsuyuri, llega. Afortunadamente, antes de que su vida termine, Shinobu le hace una señal con la mano a Kanao.
La muerte de Shinobu es devastadora, pero cobra mucho más peso cuando se revela la verdad sobre su batalla. A diferencia de otros Hashira que han muerto en combate, Shinobu entra en esta confrontación con Doma con pleno conocimiento de sus límites. Aceptó que no tenía la fuerza para matarlo, por lo que ideó un plan de sacrificio.
Su estrategia se centró en su dominio de los venenos. Antes de poner un pie en el Castillo Infinito, había saturado su cuerpo con altas dosis de glicina, convirtiéndolo en un arma letal. Sabía que no podía derribar a Doma por la fuerza, así que le permitió absorberla.
Su sacrificio aseguró que el veneno se transfiriera en cantidades letales, debilitándolo de una manera que una espada no podría. Las consecuencias de su sacrificio hicieron a Doma vulnerable, al utilizar su propio apetito contra él.
La verdad es que la primera película de la trilogía de Demon Slayer termina en un momento de gran suspenso. Por un lado, la hermana adoptiva de Shinobu, Kanao, se prepara para enfrentarse a Doma. Por el otro, Doma aún no entiende las consecuencias mortales de sus acciones.
El escenario está preparado para una de las batallas más cargadas emocionalmente de todo el arco. La muerte de Shinobu Kocho es una señal para los Cazadores de Demonios de que el final está cerca, y que el precio de la victoria será extremadamente alto.