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Augusta Gein no fue una mujer común, fue la madre de uno de los asesinos más brutales y tenebrosos de Estados Unidos, Ed Gein.
Su influencia y fanatismo religioso ayudaron a que se gestara la escabrosa personalidad de su hijo, quien años más tarde se convertiría en el Carnicero de Plainfield.
Su influencia estuvo marcada por un fervor religioso extremo y una crianza rígida que dejó huellas profundas en la psique de su hijo.
Esta dinámica familiar trazó el camino hacia uno de los casos más macabros en la historia criminal de Estados Unidos.
Su nombre completo era Augusta Wilhelmine Gein, nació en el seno de una familia luterana alemana.
Durante su juventud vivió bajo la estricta convicción de que el pecado acechaba en cada rincón, especialmente en las mujeres. Para ella, el sexo representaba una aberración, y las mujeres, instrumentos del diablo.
Esta visión radical se convirtió en la base de la educación que impartió a sus hijos, Ed y Henry, a quienes crio en granja aislada en Plainfield, Wisconsin.
Desde temprana edad, Ed y Henry vivieron bajo sus reglas inflexibles y alejados del mundo exterior. Su padre, George Gein, alcohólico y ausente, delegó la crianza en ella.
Augusta predicaba con la Biblia en mano y prohibía cualquier interacción social fuera de la escuela. Este entorno favoreció el desarrollo de un complejo de Edipo en Ed Gein, lo que provocó una atracción emocional y sexual hacia su madre.
Mientras Henry logró establecer cierta independencia, Ed permaneció bajo el dominio emocional de Augusta.
En 1944, Henry murió en circunstancias sospechosas durante un incendio cerca de la granja. Aunque los forenses dictaminaron asfixia por humo, el cuerpo presentaba hematomas en la cabeza. Ed declaró que se había separado de su hermano durante el incidente.
Después de la muerte de Henry, Augusta sufrió dos derrames cerebrales que la dejaron paralizada. Ed pasó a tenerla completamente para él. Cuando ella falleció en 1945, su mundo se desmoronó.
Incapaz de aceptar su ausencia, comenzó a visitar cementerios locales. Su objetivo consistía en desenterrar cuerpos de mujeres recientemente fallecidas para confeccionar un «traje de mujer» que le permitiera recrear físicamente a su madre y asumir su identidad.
El 17 de noviembre de 1957, la desaparición de Bernice Worden, dueña de la ferretería local, llevó a la policía hasta la granja de Ed Gein. Lo que encontraron allí superó cualquier expectativa.
En una cocina anexa a su granja, Bernice apareció colgada boca abajo, decapitada y destripada, como si se tratara de un animal de caza. Ed confesó que había arrastrado el cuerpo desde la tienda y lo había transportado junto con la caja registradora.
Aunque la escena era aterradora, hubo algo que llamó más la atención de las autoridades. La casa de Ed Gein era un completo desastre, sin embargo, había una habitación impecable y cuidada con mucha devoción y esa era la de Augusta.
Este contraste evidenciaba la obsesión de Ed con Augusta.
La historia de Ed Gein y su madre dejó una marca indeleble en la cultura popular. Al igual que su hijo, sirvió como modelo de inspiración para la creación de icónicos personajes en Hollywood como la madre de Norman Bates en ‘Psicosis’; su influencia también se reflejó en el personaje de Buffalo Bill en ‘El silencio de los inocentes’.
La psiquiatra forense Carole Lieberman declaró a A&E Crime + Investigation que Ed Gein deseaba literalmente meterse en la piel de su madre.
Para lograrlo, profanó tumbas de mujeres recién fallecidas con la intención de recrearla físicamente. Sin embargo, los restos no bastaron para completar el traje que imaginaba, por lo que tomó la decisión de asesinar a dos mujeres y así finalizar su confección.
Más allá de su papel como madre, representó una figura dominante, temerosa de Dios y obsesionada con la pureza.
Su visión del mundo, estuvo marcada por el pecado y la condena, esto generó un entorno donde la represión emocional y el aislamiento se impusieron como norma.
Su influencia y su obsesión fueron los detonantes de una serie de crímenes que estremecieron al país y redefinieron el género del horror.
La historia de Ed Gein y su madre es recordatorio inquietante sobre el poder de la influencia parental en la formación de destinos oscuros.
Augusta no empuñó un arma, pero su presencia actuó como el catalizador de una tragedia que aún resuena en la memoria colectiva.
Laurie Metcalf, es una actriz de 70 años famosa por sus roles en ‘Roseanne’ y ‘Lady Bird. En Monstruo: La historia de Ed Gein serie de Netflix interpreta a Augusta Gein, la madre dominante y fanática religiosa de Ed.
Sin embargo, es mas probable que la identifiques por estos papeles como Carolyn Bigsby en Desperate Housewives y Mary Cooper en The Big Bang Theory.
La historia también narra la perturbadora relación que Ed tenía con su madre Augusta y cómo este vinculo afectó su psique y se convirtió en un temido asesino.