Frankenstein Netflix: El poderoso simbolismo y significado oculto de la Criatura

Frankenstein Netflix: Análisis del simbolismo y significado de la Criatura

Frankenstein de Netflix, basada en la novela escrita por Mary Shelley, no es solo una historia de horror gótico. Es una obra que condensa múltiples simbolismos combinados con crítica social y profunda reflexión filosófica.

Publicada hace más de dos siglos, sigue siendo una fuente inagotable de análisis por su capacidad para cuestionar al lector sobre los límites de la ciencia, la ética, la identidad y la responsabilidad del creador.

Aunque el cine popularizó la imagen del monstruo como una figura grotesca, la trama lo describe como un ser construido con partes de cadáveres y animado mediante electricidad. Sin embargo, lo que comienza como una creación ambiciosa se transforma en una tragedia marcada por el deterioro físico y moral de la criatura.

Frankenstein Netflix: El poderoso simbolismo y significado oculto de la Criatura
Foto: Netflix

Victor Frankenstein, el científico que da vida a la criatura, encarna el arquetipo del hombre que desafía los límites naturales. Su figura se vincula directamente con Prometeo, el titán griego que robó el fuego a los dioses para entregárselo a los humanos. En la novela, ese fuego es la vida misma, y Victor es la mano que transgrede el orden divino.

Shelley también introduce una lectura cristiana del mito: la soberbia como pecado capital. Victor se convierte en una versión moderna de Mefistófeles, un Homo Dei secularizado que pretende crear vida sin alma.

Esta ambición desmedida lo lleva a la ruina, y su criatura, sin madre ni matriz, se convierte en un ser deformado por el abandono.

Uno de los símbolos más potentes de la novela es el abandono. La criatura, al despertar, no encuentra guía ni afecto.

Su creador, horrorizado por el resultado, lo rechaza. Este acto de negligencia transforma a un ser inocente en una figura destructiva. El monstruo no nace malvado; se tuerce por el rechazo y la soledad.

Víctor también se aísla, pero por voluntad propia, producto de la culpa y el miedo. Ambos personajes viven paralelismos, atrapados en una espiral de incomprensión.

Esta dualidad refleja el sentimiento romántico de alienación, donde el individuo se enfrenta a una sociedad que no lo comprende ni lo acepta.

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Foto: Netflix

La novela plantea una crítica directa a la arrogancia científica. ¿Hasta dónde puede llegar el hombre en su afán por dominar la naturaleza? ¿Qué ocurre cuando se juega a ser Dios sin asumir las consecuencias?

En la novela, Shelley no ofrece respuestas fáciles, pero sí advierte sobre los peligros de una ciencia sin ética, guiada por el ego y la ambición.

Victor Frankenstein crea vida y la abandona. Y ese abandono es el verdadero pecado.

La criatura, compuesta por fragmentos de cuerpos, es una metáfora del ser humano moderno: ensamblado, artificial, sin raíces claras. Su deterioro físico y moral es el reflejo de una sociedad que no sabe cómo lidiar con lo que ha creado.

En la novela original de Mary Shelley, la Criatura nunca recibe un nombre propio, y esa omisión no es casualidad. Se le denomina ‘la criatura’, ‘demonio’ o ‘el monstruo’, lo que refleja el rechazo profundo que su creador siente por él, quien nunca lo reconoce como un ser con derecho a identidad.

Esta ausencia de nombre se convierte en un símbolo poderoso: el monstruo no solo es marginado por su apariencia, también por la negación de su humanidad más básica.

La confusión con el nombre se popularizó gracias a sus adaptaciones cinematográficas, especialmente las hechas por Universal Studios, que popularizaron la imagen del monstruo como ‘Frankenstein’.

Frankenstein Netflix: El poderoso simbolismo y significado oculto de la Criatura
Foto: Netflix

Uno de los dilemas centrales de la novela es la identidad. ¿Es el monstruo la criatura o el creador que lo rechaza?

La historia juega con esta ambigüedad para cuestionar el concepto de “monstruosidad”. Lo que no se comprende, lo que se sale de la norma, suele ser etiquetado como monstruoso.

Pero la verdadera monstruosidad puede estar en el abandono, en la falta de empatía, en la negación del otro.

La criatura, llamada “demonio” o “abominación”, no tiene nombre. Su anonimato refuerza su condición de excluido. Y sin embargo, su dolor, su deseo de pertenencia y su lucha por sobrevivir lo hacen profundamente humano.

En su primer encuentro con el fuego, la criatura de Frankenstein atraviesa una revelación visceral: lo que inicialmente le seduce por su luz cálida y su aparente benignidad se transforma en una fuente de dolor brutal al intentar tocarlo.

Esta experiencia marca un punto de inflexión emocional y cognitivo, donde la fascinación se convierte en temor, y el aprendizaje se graba en carne viva.

El fuego, símbolo de conocimiento y vida (el fuego prometéico), se revela también como amenaza, enseñándole que no todo lo que brilla es seguro. Así, el miedo que nace de esa quemadura no es solo reacción física, sino el inicio de un instinto de supervivencia que lo acompañará.

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Foto: Netflix

El nombre Frankenstein proviene del alemán y se traduce como “piedra de los francos”. Con el paso del tiempo, esta palabra ha sido usada para designar a cualquier creación monstruosa o peligrosa difícil de controlas. 

En ocasiones también se usa para describir una cosa armada con piezas al azar.

Este término tiene raíces toponímicas que algunos estudiosos vinculan con el Castillo de Frankenstein.

Con el paso del tiempo, esta palabra ha trascendido su origen literario para convertirse en un símbolo cultural que describe creaciones ensambladas con partes dispares.

También se ha acuñado el concepto de “síndrome Frankenstein”, que sirve para definir el temor que se siente cuando las creaciones se vuelvan en contra de sus inventores.

Más de dos siglos después, la novela Frankenstein sigue siendo un espejo inquietante de la soberbia y la eterna lucha entre la creación y la responsabilidad. La verdadera lección de Shelley no está en el rayo que da vida, sino en el rechazo que condena. Con la llegada de la nueva versión de Netflix, ¿qué otros dilemas crees que la historia nos plantea?

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